domingo, 2 de diciembre de 2007

Algo más de Arthedain...

Aquel despertar fue un trago refrescante al no poder respirar... la primera bocanada de aire al nacer que nos hace llorar, la primera vez que sentí su aroma, que sentí su piel y su belleza, que poco a poco iba rebelando su infinito amor, de aquella primera caricia... supe que ella era mamá.

En aquel lugar estaban sus restos, fúnebres recuerdos de un pasado tardío, pero latentes como heridas punzantes. Pronto descubrí que no estaba tan sola, llevaba junto a mi el báculo de mi padre, heredado entre los monarcas del reino, pero luego no quedarían más herederos que yo... pues también portaba aquellos tres medallones que tanto deseé, pero jamás los tendría sin llevar el peso de la muerte con ellos...

Las ánimas del bosque seguían mis huellas y de ves en cuando sentía su presencia, sabía que ella podría estar aun esperando ser libre, después de tantos años, aún podría estar buscando esa paz espiritual, pues jamás encontraron a sus asesinos...

Aquel lugar, las tierras sagradas de Arthedain, habían sido profanadas. Tumbas abiertas, sarcófagos destrozados y cadáveres carcomidos por el tiempo dispersados por todo el lugar. Sin embargo, aquel embarcadero roñoso y sin vida, me pareció lo más hermoso de todo el lugar, pues en sus aguas cristalinas vi su rostro por ultima vez...

El Renacer de un Sueño


Sean bienvenidos todos a la antigua cuidad de Arthedain; donde descansan tus sueños y los deseos, convertidos en versos, se vuelven canción. Te invito a que tú también seas parte de esta fantasía.

Arthedain se encuentra al norte de Arandor (o tierra de reyes), es sin dura una ciudad donde muere la razón y nace la imaginación de quien les habla. Es una obra a la cual aun no le encuentro título, pues Arthedain es solo un capítulo más en la travesía de Kapriel por la Tierra Media.

Atte. F.L.Bulstrode

Y todo se oscurecía... a lo dejos alcancé a distinguir unos faroles que se perdían y apagaban entre los árboles del creciente bosque, altos seres cubiertos con negras capuchas y penetrantes ojos rojos... una fría niebla cubrió mi camino, ni la más latente luz me habría ayudado a cruzar aquel camino de lúgubres sombras... pero cuál era el camino? Dónde debía ir? Y principalmente, qué hacía tan desprotegida y sola en aquel lugar?...

La niebla se comenzó a disipar... seguía un sendero junto al riachuelo cuando divise, no muy lejos, una gran puerta negra. No tardé mucho en estar frente a ella y alcance a leer una inscripción antes de entrar en aquel fúnebre lugar, “Cementerio de Arthedain”...